En este día vamos a recorrer algunos de los pueblos medievales toscanos más bonitos de la Región del Valle D’Orcia. Este valle, salpicado de viñedos, cipreses, olivos y verdes colinas, se caracteriza por deslumbrar con bonitos paisajes, antiguas bodegas y especialidades culinarias que no defraudan. Por algo está considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Montalcino
Comenzamos visitando este idílico pueblo, cuna del conocido vino Brunello di Montalcino. Como muchos otros pueblos medievales de La Toscana, está situado sobre una colina y rodeado de una muralla defensiva. Si se llega en coche, hay que dejarlo fuera del caso histórico, pero hay varios parkings habilitados para ello. Quizá el más cercano al casco histórico sea el de Piazzale Fortezza. Su nombre le viene dado ya que está muy cerca de la Fortezza o Roca di Montalcino, la imponente fortaleza de piedra desde la que se puede contemplar los paisajes toscanos una vez se llega hasta su colina. Subir a sus murallas cuesta 4 euros (2025) pero desde allí se tienen unas vistas increíbles de Montalcino.

Aparte de la fortaleza, en Montalcino podemos encontrar su catedral o Duomo (bastante austera) y la Piazza Garibaldi, donde conviven algunos de los edificios más reprentativos de la ciudad como la Iglesia de San Egidio o el Teatro degli Astrusi. Cerca se encuentra también la Piazza del Popolo con el Ayuntamiento o Palazzo del Priori, con su alta torre con campanario y reloj.
A las afueras de la ciudad, cogiendo de nuevo el coche, encontramos la Abadía di Sant’Antimo, situada en un entorno de la campiña toscana muy agradable. Se puede visitar su interior y la farmacia monástica, hoy en día una tienda de productos de alimentación y droguería.
Una de las actividades favoritas de quienes visitan Montalcino es degustar una cata de vinos Brunello y disfrutar de un típico aperitivo toscano mientras se visita la bodega. Una de los más conocidas es la bodega del Castello Banfi.

San Quirico d’orcia
Nuestra siguiente parada es este pequeño pueblo medieval, situado igualmente sobre una colina. No hay que olvidar que las carreteras que llevan a este pueblo son unas de las más fotografiadas por las hileras de cipreses que se encuentran en ellas, como la famosa Vía dei Cipressi. El pueblo nace alrededor de una antigua colegiata románica erigida en memoria del mártir San Quirico a mano de los romanos, la Iglesia de los santos Quirico y Julieta, con 3 portales románicos adornados con figuras mitológicas.

Recorriendo la calle principal del pueblo, la Vía Dante Alighieri, se encuentran palacios, iglesias, locales de artesanía local, terrazas y pequeñas plazas que atraviesan el centro histórico. El pueblo ha sido siempre visitado por miles de peregrinos, ya que forma parte del recorrido de la Via Francígena, camino de peregrinación medieval que unía Roma y el norte de Inglaterra. Junto a ella se encuentra el Palazzo Chigi, sede actual del ayuntamiento.
Aquí hicimos una pausa para comer en Antica Trattoria Toscana al Vecchio Forno. Via della Piazzola, 8. Tiene un jardín cubierto muy agradable. Se come muy rico y a buen precio. Pizza al horno de leña
Junto a la Piazza de la Libertá se encuentran los Jardines Horti Leonini, una oportunidad para dar un agradable paseo mientras se contemplan estatuas modernas intercaladas con esculturas clásicas.


A unos 6 km de San Quirico d’Orcia podemos acercarnos a Bagni Vignoni, una localidad famosa por su piscina termal de uso gratuito y su plaza central, rodeada de colinas y campos de lavanda en verano. Desde aquí, las vistas de la campiña son espectaculares.
La ruta llamada Via Francigena une la ciudad de Canterbury en Inglatera con Roma. Consta de unos 2.044 Km de recorrido y puede ser recorrida en bicicleta o a pie. Para los católicos es una peregrinación que hay que hacer una vez en la vida, como el Camino de Santiago. En el 2004 el Consejo de Europa concedió a esta vía, junto al Camino de Santiago, la distinción de Gran Itinerario Cultural de Europa. Se puede conseguir el “pasaporte” del peregrino para que se vaya sellando en los lugares que se pasan hasta llegar a Roma y conseguir el “Testimonium”. Más detalles aquí
Antes de llegar a Pienza, merece la pena parase en la Capilla de Nuestra Señora de la Vitaleda, donde se despliega un paisaje sin igual. Rodeada de cipreses, para llegar hay que caminar unos 800 metros por un camino de tierra, pero merecerá la pena. Es uno de los rincones más fotografiados de La Toscana y, según la tradición popular, fue construida en el lugar donde una pastora vió aparecer a María.

Pienza
La historia de la ciudad de Pienza está muy ligada Pio XII, que nació en ella. Antes se denominaba Cosignano pero cuando Pio XII llegó a ser Papa quiso que su ciudad natal fuera la ciudad ideal del Renacimiento. Encargó su reestructuración a Bernardo di Matteo Gambardelli, Il Rossellino, para que diseñara la ciudad de sus sueños, incluso demoliendo algunas viviendas y creando otras en otro lugar de la ciudad para que arquitectónicamente ésta fuera perfecta. Y de hecho, Pienza está considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO de gran valor universal, por ser testimonio de los cánones urbanos del Renacimiento y ejemplo para otras ciudades de Italia.

Una de las calles principales de Pienza es el Coso Rossellino, lleno de palacetes donde residían los cardenales del papa, además de tiendas, iglesias…etc. Desemboca en la conocida Plaza Pio XII, donde se encuentra el Palacio Piccolombini (antigua residencia del Papa Pío XII y su familia, también diseñado por Il Rossellino con unos jardines maravillosos desde donde se tienen una de las mejores vistas del Valle D’Orcia) y el palacio Comunal, frente a la Catedral de Pienza, Santa María de la Asunción. La ciudad está rodada de murallas por las que se puede pasear mientras se disfruta de unos paisajes maravillosos.

Si se tienen más días para recorrer todos los pueblos del valle, no hay que perderse la visita a Montepulciano, otro pueblo medieval, famoso por ser también una de las cunas del vino italiano, donde se produce el famoso vino con Denominación de Origen Nobile.
También es buena idea acercarse hasta Monticello y tomarse algo antes de seguir explorando la zona.
Y como siempre pasa con lo bueno, se termina pronto. Volvemos a Siena para pasar nuestra última noche en La Toscana y al día siguiente salimos hacia el aeropuerto de Bolonia para dejar el coche y coger el vuelo de regreso a casa.
Dependiendo del horario de tu vuelo, se puede aprovechar el camino a Bolonia o Florencia para hacer una parada en Cortona o Arezzo o alguna otra ciudad de la zona.
